Atrapado en el atasco, la ví esperando en la parada. Morena y muy arreglada, fumaba con cara de fastidio. Pensé que era demasiado guapa, demasiado bien vestida para montar en autobús. A su lado un enorme cartel anunciaba los últimos modelos de trenes de cercanias y ella encendía un cigarrillo tras otro, un poco desesperada. Había nacido para desayunar caviar y champan y pasar los veranos en un yate en la costa azul y nunca esperar a nadie.
Cuando decidí acercarme, un potente deportivo rojo paró a su lado. El conductor -rubio, alto, delgado- la recogió entre disculpas y se perdieron rápidamente en la avenida entre los rugidos del potente motor. El moderno tren del anuncio pareció mirarme con sorna cuando comprendí que yo no había nacido para las princesas.
Cuando decidí acercarme, un potente deportivo rojo paró a su lado. El conductor -rubio, alto, delgado- la recogió entre disculpas y se perdieron rápidamente en la avenida entre los rugidos del potente motor. El moderno tren del anuncio pareció mirarme con sorna cuando comprendí que yo no había nacido para las princesas.
Sevilla, Noviembre de 2006
2 comentarios:
... en cada jardín de palacio hay, cada día alguna rana de más y en palacio, algún principe menos,... en algún momento, la vida hará coincidir príncipes y princesas o sapos y ranas, depende del lado del charco en que nos encontremos...
No se quien eres, pero me ha gustado mucho el comentario. De ahí saldría otro cuento, a poco que te pusieras.
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