Era tímido y no sabia bailar. No obstante, iba a la milonga todos los martes y jueves sin faltar uno. Solía quedarse apoyado en la barra, con su martini a medio terminar, mirando el baile con ojos entornados de miope. Nunca sacaba a ninguna chica y apenas hablaba con nadie. En poco tiempo adquirió fama de distante y misterioso y todas las mujeres se morían de amor por el.
Sevilla, Diciembre de 2012
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