Ella le dijo una vez que le gustaban, sobe todo, los hombres sencillos. Y el, pobre enamorado, no sabía si podría serlo. Por más que lo intentaba, no lograba la sencillez. En su vida había claros y oscuros, miedos y atrevimientos, alegrías y penas y pequeñas y grandes incongruencias.
El sabía con seguridad, en cambio, que le gustaba aquella foto antigua, de hacía dos o tres años, donde ella estaba rodeada de gente. Le gustaba su pose relajada, como si la hubiesen fotografiado sin que se diese cuenta, ajena a todo excepto al puente al que se asomaba, con una mochila al hombro que le hablaba de viajes y aventuras, de curiosidad por lo que hubiera ahí fuera.
Y es que ni para decirle que la amaba, le salía la sencillez.
El sabía con seguridad, en cambio, que le gustaba aquella foto antigua, de hacía dos o tres años, donde ella estaba rodeada de gente. Le gustaba su pose relajada, como si la hubiesen fotografiado sin que se diese cuenta, ajena a todo excepto al puente al que se asomaba, con una mochila al hombro que le hablaba de viajes y aventuras, de curiosidad por lo que hubiera ahí fuera.
Y es que ni para decirle que la amaba, le salía la sencillez.
Sevilla, Noviembre de 2012
4 comentarios:
¿Lo has cambiado?, ¿no estaba en primera persona o se me ha fundido ya la neurona del todo?, bueno, fundida creo que me la hicieron... me gusta en tercera persona, le da una melancolía suave al relato que es muy tierna, una dulzura que en primera persona se perdía un poco, está mejor asi, creo que lo experimentaré, sobre todo porque hay veces que el escribir en primera persona no sale, llevo dos dias intentándolo, a lo mejor si me alejo... ni caso, mis rayadas mentals... miles de besossssssssss
SI, lo cambié. Hice la versión en tercera persona y lo consulté con una amiga. A ambos nos pareció que era mas bonito así, y que de ser una carta se convertía de verdad en un relato corto :)
La sencillez es una virtud que tiene que brotar de dentro, pues de lo contrario es impostura. Pero quizá ese hombre era más sencillo de lo que pensaba. Estupendo relato. Saludos cordiales.
Gracis, Isabel...Tiempo sin verte por aquí, aunque sigo leyendo tus Mujeres de Roma :)
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