Para Carmen.
Lo pasó muy bien. Hacía meses que no lo pasaba tan bien.
La chica le dijo que tenía treinta y cinco años, aunque luego, en la cama, le confesó que ya pasaba los cuarenta. Era mulata, no demasiado guapa, divertida y muy cariñosa.
Cuando acabaron, ella estuvo un rato acariciándole la espalda mientras le contaba, sin prisas, historias de su país. Durante media hora, el resto del mundo dejó de existir y lo único importante fué lo que pasaba en aquella habitación.
Mereció la pena. Y solo fueron sesenta euros.
Sevilla, Abril de 2005
miércoles, abril 27, 2005
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