Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces toma el libro de la mesita de noche y lo lee de atrás hacia adelante y de delante hacia atrás. Lo manosea, lo deja a un lado, suspira y mira al techo esperando que en el reloj de la pared avance un lento minuto más. Porque hay noches que ni la más aburrida lectura es capaz de traerle el sueño que la abandona tan a menudo.
Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces coge su iPhone y wasapea con quién quiera que esté despierto a esas horas en un vano intento de compartir la soledad de la interminable madrugada. Pero casi siempre ocurre que su corresponsal acaba muerto de sueño, respondiendo cada vez con más lentitud hasta que Paloma descubre que de nuevo está sola en la noche boreal.
Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces, se imagina en los brazos de un caballero andante, un Lancelot solitario que la acurruca y le canta bonitas canciones al oído. Pero siempre, siempre, cuando siente que el sueño está a punto de vencerla, Lancelot se levanta y con una gentil reverencia se despide. Él también tiene sus obligaciones y Ginebra no le perdonaría que llegase tarde una noche más.
Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces, baja sus braguitas, que siempre son bonitas y con un dedo humedecido se toca un rato, buscando el sopor que llega después del orgasmo. Pero hay noches que todo se confabula contra sus ganas de dormir y pronto se aburre de esperar el clímax que no llega.
Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces imagina un lago y un embarcadero y un velero y un marino que la lleva lejos, a la otra orilla del mundo, donde nada duele y las noches son sólo para amar y para dormir. Pero esta noche Ulises ha faltado a su cita y Paloma se queda desvelada y enredada en sus ganas de navegar.
Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces me llama para que le hable y la distraiga con mis cuentos. Y yo, que soy buen amigo y mediocre poeta, le escribo una nana para que el insomnio se espante de mis ripios y Paloma, por fin, pueda dormir un rato.
Duérmete, Paloma.
Duerme mi niña,
que la noche te traiga
besos y caricias.
Duérmete, Paloma.
Duerme, Palomita,
que la noche mala
se vaya vencida.
Duérmete, Paloma
Duerme hasta mañana.
Tu cabello oscuro
sobre la almohada.
Duérmete, Paloma.
Duerme sin parar,
que la fría noche
no te vea llorar.
Duérmete, Paloma.
Duerme mi niña,
que guardo tu sueño
con una sonrisa.
Sevilla, Julio de 2013
1 comentario:
Buenos días "vecino" (encontré este blog en google maps buscando una tienda que hiciese fotos para el carnet, por eso te digo vecino).
Estoy curioseando tu blog y me ha gustado bastante la idea de este y muchas de las imágenes (sobre todo la parte de prosa); te escribo para comentártelo porque aunque suelo ser más unos ojos que leen y unas manos que callan... sé que recibir comentários puede generar una sonrisa :).
También te voy a comentar un pequeño detalle, supongo que la rapidez de la escritura lleva a estas cosas o el dedo que a veces se coloca en otra tecla por accidente, que en el primer renglón pone "...se abirre mucho" :)
Un saludo,
Saray.
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