Para Zifra, por la inspiración.
...Y ya sabes cómo es ella. Limpia. ¿Qué digo limpia? Relimpia. Y activa. Hi-per-ac-ti-va. Nunca está cansada. Yo, tu sabes, llego del trabajo sin ganas de nada y ahí la tienes, en el salón, quitándole el polvo a la cristalería. ¡El polvo! ¡Pero si no le da tiempo a asentarse!
Y por la tarde... Sé que te lo he contado muchas veces, pero hijo, tengo que desahogarme con alguien. No hemos acabado de comer y ya está recogiendo la mesa. ¿Tu has visto a alguien que no tome el postre hasta después de fregar los platos? ¡Pues lo tienes delante!
Y cuando, por fin, me acerco al sofá para echarme la siesta, siempre hay que hacer algo. ¡No pongas esa cara! ¡Te juro que es así! Pasar la fregona, barrer la casa, tender la colada o limpiar los cuartos de baño. ¡A las cuatro de la tarde! Y claro, ¿Cómo te echas una siesta con ella pasando la mopa por el salón? Te entra mala conciencia. Tu ahí tumbado y ella, la pobre, jartándose de trabajar. Total, que te levantas, le preguntas sin ganas si quiere que la ayudes y cómo te descuides, acabas fregando los cuartos de baño después de haberles quitado el polvo -¿pero qué polvo, Dios mío, ¿dónde está ese polvo?- a los libros de la biblioteca.
Te lo juro, es inagotable. Yo ya no sé que hacer, y solo llevamos seis meses juntos...
Sevilla, Mayo de 2005
...Y ya sabes cómo es ella. Limpia. ¿Qué digo limpia? Relimpia. Y activa. Hi-per-ac-ti-va. Nunca está cansada. Yo, tu sabes, llego del trabajo sin ganas de nada y ahí la tienes, en el salón, quitándole el polvo a la cristalería. ¡El polvo! ¡Pero si no le da tiempo a asentarse!
Y por la tarde... Sé que te lo he contado muchas veces, pero hijo, tengo que desahogarme con alguien. No hemos acabado de comer y ya está recogiendo la mesa. ¿Tu has visto a alguien que no tome el postre hasta después de fregar los platos? ¡Pues lo tienes delante!
Y cuando, por fin, me acerco al sofá para echarme la siesta, siempre hay que hacer algo. ¡No pongas esa cara! ¡Te juro que es así! Pasar la fregona, barrer la casa, tender la colada o limpiar los cuartos de baño. ¡A las cuatro de la tarde! Y claro, ¿Cómo te echas una siesta con ella pasando la mopa por el salón? Te entra mala conciencia. Tu ahí tumbado y ella, la pobre, jartándose de trabajar. Total, que te levantas, le preguntas sin ganas si quiere que la ayudes y cómo te descuides, acabas fregando los cuartos de baño después de haberles quitado el polvo -¿pero qué polvo, Dios mío, ¿dónde está ese polvo?- a los libros de la biblioteca.
Te lo juro, es inagotable. Yo ya no sé que hacer, y solo llevamos seis meses juntos...
Sevilla, Mayo de 2005
7 comentarios:
Merci ;)
carajo... ¡la historia de mi vida (diaria)!
Pues una de dos: o te relajas o te vas con viento fresco. Creo que siempre es mejor la segunda opción porque la primera seguro que lleva asociada un cúmulo de reproches que ni siquiera imaginas.
Si que los imagino ;-). Léete "Terror cotidiano", en esta misma web.
Te acuerdas lo que hablamos el otro dia en la preKdd?
Estas cosas en un piso como el mío no pasan, en 20 minutos está "tó" como los chorros del oro.
Yo creo que pasarían igual. No es cuestión del tamaño del piso, sino de forma de ser.
Tan malo es dar con una persona (chico o chica) desastrada, que con una maniatica de la limpieza.
¡DIos mio, que perdido estaba cuando escribí esto! Lo dejo para que no se me olvide nunca lo equivocado que estaba. Afortunadamente, ahora la entiendo perfectamente, y aun no es tarde para mí.
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