viernes, noviembre 17, 2006

En un bar del centro

Escribo en un bar, al lado de un hindú que habla en inglés y no entiende nada.

A mi izquierda, una pareja que se divorciará dentro de poco, aun no lo sabe. Más allá, unas chicas se ríen, pero una echa de menos un novio que la rescate del grupo de amigas.

En la barra, la camarera se esconde detras de una columna de color rosa mientras piensa que de nuevo no llegará a fin de mes. Y en la mesa junto a la puerta, una rubia teñida está enamorada del mejor amigo de su marido.

Las dos chicas del fondo se besan sin saber que nunca mas volverán a verse.

Y yo en medio de todo, sigo escribiendo mientras el bar, poco a poco, se queda vacío.

Sevilla, Noviembre de 2006

4 comentarios:

mia dijo...

Dudo que llegues a saber cuanto placer me supone comprobar que escribes de nuevo, lo creas o no, continuamente miro a ver si decidiste "regresar", ahora, después de unos días sin conexión, curioso, acabo de regresar de Zaragoza, de pasear cada día por El Pilar, llego y te leo...

Me encuentro genial :)

José Félix dijo...

Hola:

Mas placer me da a mi ver tus comentarios. La verdad es que no los merezco. Estas historias no estan a la altura de otras publicadas, aunque es una buena manera de volver a escribir. Espero ser mas constante a partir de ahora.

Anónimo dijo...

Aquella tarde en el bar....
Quizás, sin saberlo aún, yo sea parte de esa pareja que discute sin prejuicios y se divorciará dentro de poco.

O puede que sea, la que, sin querer, y en el trajín de la tarea tras la barra no se ha percatado de que alguién atento o despreocupado, observa sus movimientos y sus pensamientos sobre el mísero sueldo que recibe y éste lo anota en su libreta retomada de nuevo tras una larga ausencia.

O yo sea la rubia de bote, sentada cerca de la puerta, con la mirada perdida y sonrisa casi reprimida, recordando la aventura que vivió en brazos del amigo del alma de su agrio marido y esposo ¿fiel? el fin de semana que él tuvo que viajar por "bisnes".

O, tal vez, sea una de las chicas del fondo que el destino incierto hizo que vivieran un encuentro apasionado en una ciudad apasionada. Ni nos dimos los teléfonos, si siquiera sé de dónde era.... eso no importaba en aquellos momentos: era maravilloso el contacto con su piel y el deseo de apoderarme de todas aquellas sensaciones no dejó lugar a nada más. Su recuerdo me acompañará imperecedero ...

Quizás soy la que estaba sentada muy cerca de ti, inquieta y expectante, pero tú, ni siquiera te percataste de mi presencia. Ni..., incluso cuando dejé que la camarea, confundida, anotase en tu cuenta mi café. Me fui. Tú te quedaste escribiendo: "¿Dónde estará la mujer que busco?".

José Félix dijo...

Me dejas sin palabras. Creo que estas en Sevilla, En San Juan. Me gustaría conocerte, porque escribes como me gustaría escribir a mi.