¡Joder, la puta hostia!. Hay días que es mejor quedarse en la cama.
La Paqui se ha levantado un rato antes que yo y se ha ido con toda la pasta que tenia escondida en la ropa, para el último chino. Hace un frío de cojones, y la manta no abriga nada.
Estoy hasta los huevos de vivir en esta chabola, llena de mierda y con la guarra esa que no para de hacerme la puñeta.
Aparte de eso, el día se presenta como cualquier otro. Deben ser las doce de la mañana y estoy con un mono del copón. El dolor de vientre es un poco mas fuerte de lo habitual, pero por lo demás, la misma jodienda de siempre.
Y el puto colchón, mojado como otras veces. Me he meado encima otra vez.
Me siento más débil que otros días, pero casi no hago caso. Anoche solo comí un mendrugo de pan para acompañar al último pico del día.
Que mamonazo soy. En un descuido, le he quitado a la Paqui la ultima papelina que le quedaba y me la he metido yo. Que le den por el culo. Fóllate a cualquiera y que te pague él chute, le he dicho.
La he dejado en la puerta de la chabola y me he echado a dormir en el colchón. Anda y que le den. Ya me tiene harto.
¡Y ese dolor de vientre! Joder, me está matando.
¡Coño, y para colmo, la Paqui entrando por la puerta: ¿Cabrón, todavía estas vivo?. No creí que aguantaras tanto -me dice, mirándome a la barriga mientras se rie, la muy hija de puta.
¡Mierda! ¿Qué hace ese cuchillo clavado ahí? ¡Ya decía que me dolía!
¡Joder!, hay días que es mejor quedarse en la cama...
Sevilla, Octubre de 2002