domingo, julio 28, 2013

Hasta mañana, Antonia

- Esta noche estaré solo. A no ser que quieras pasarla aquí conmigo.
- No, que eres muy peligroso.
- No más que tu, cariño.
- Podríamos haber quedado antes para ir al cine de verano. Así todo habría sido más fácil, pero se me acaba de ocurrir ahora. Desde hace unos días lo único que me apetece es sentarme a ver películas en la televisión.
- ¿Ya no quieres nada con los hombres?
- No, No es eso. Es que me tengo que centrar. No puedo salir a la calle con las bragas por las rodillas. No es mi estilo y tengo que volver a ser quien era.
- Siempre pensé que esa no eras tu. Tan modosita hace veinticinco años... Y los últimos meses parecías un putón verbenero.
- Jose, yo no soy modosita. Cuando estoy con el hombre que quiero, nunca lo soy. Con los ligues de una noche soy pudorosa, porque siento que no merecen conocer más de mí que lo poco que les muestro. Nadie que me crea fácil de llevar a la cama, sabrá nunca lo que pudo haber descubierto conmigo. Me gusta jugar a no gustarles demasiado, a ser un trozo de carne entre sus manos, a tomar todo lo que me puedan dar sin ofrecer más que migajas a cambio. Nunca soy tan egoísta como cuando estoy con un desconocido en la cama.
- Los desconocidos deberían dejar de serlo un poco cuando te acuestas con ellos.
- Te equivocas, Jose, como casi siempre. No hay nada más insoportablemente lejano y absurdo que un cuerpo extraño agitándose sobre ti en la penumbra de tu habitación.
- Me asustas cuando hablas así, cariño.
- Nadie dijo que a mi lado nunca ibas a sentir miedo, Jose. Eso se queda sólo para las fantasías de Corín Tellado.
- Entonces, hasta mañana, Antonia.
- Eso ha sonado muy rotundo, Jose, casi a despedida definitiva. 
- Tu nombre es rotundo, se escribe y suena rotundo, es algo que no se puede evitar.
- Podrías escribir una historia con ese título, cielo.
- Quizás mañana la escriba.


Sevilla, Julio de 2013

sábado, julio 13, 2013

Nana para Paloma

Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces toma el libro de la mesita de noche y lo lee de atrás hacia adelante y de delante hacia atrás. Lo manosea, lo deja a un lado, suspira y mira al techo esperando que en el reloj de la pared avance un lento minuto más. Porque hay noches que ni la más aburrida lectura es capaz de traerle el sueño que la abandona tan a menudo.

Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces coge su iPhone y wasapea con quién quiera que esté despierto a esas horas en un vano intento de compartir la soledad de la interminable madrugada. Pero casi siempre ocurre que su corresponsal acaba muerto de sueño, respondiendo cada vez con más lentitud hasta que Paloma descubre que de nuevo está sola en la noche boreal.

Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces, se imagina en los brazos de un caballero andante, un Lancelot solitario que la acurruca y le canta bonitas canciones al oído. Pero siempre, siempre, cuando siente que el sueño está a punto de vencerla, Lancelot se levanta y con una gentil reverencia se despide. Él también tiene sus obligaciones y Ginebra no le perdonaría que llegase tarde una noche más.

Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces, baja sus braguitas, que siempre son bonitas y con un dedo humedecido se toca un rato, buscando el sopor que llega después del orgasmo. Pero hay noches que todo se confabula contra sus ganas de dormir y pronto se aburre de esperar el clímax que no llega.

Cuando Paloma no tiene sueño, se aburre mucho y da vueltas en la cama. A veces imagina un lago y un embarcadero y un velero y un marino que la lleva lejos, a la otra orilla del mundo, donde nada duele y las noches son sólo para amar y para dormir. Pero esta noche Ulises ha faltado a su cita y Paloma se queda desvelada y enredada en sus ganas de navegar.

Cuando Paloma no tiene sueño, da vueltas en la cama y se aburre mucho. A veces me llama para que le hable y la distraiga con mis cuentos. Y yo, que soy buen amigo y mediocre poeta, le escribo una nana para que el insomnio se espante de mis ripios y Paloma, por fin, pueda dormir un rato.


Duérmete, Paloma.
Duerme mi niña,
que la noche te traiga
besos y caricias.

Duérmete, Paloma.
Duerme, Palomita,
que la noche mala
se vaya vencida.

Duérmete, Paloma
Duerme hasta mañana.
Tu cabello oscuro
sobre la almohada. 

Duérmete, Paloma.
Duerme sin parar,
que la fría noche
no te vea llorar.

Duérmete, Paloma.
Duerme mi niña,
que guardo tu sueño
con una sonrisa.



Sevilla, Julio de 2013